Escondidita la realidad... reveladita la incompetencia
Colombia es un país ordinariamente imprudente, donde ni los representantes (quienes con mayor tino deberían aplicar la discreción) conocen lo acertado que puede ser hablar con sinceridad y vehemencia en los momentos, lugares y con las personas indicadas. Esta descarada costumbre la ponen en práctica todos los días desde asesores presidenciales, pasando por senadoras desubicadas, hasta celadores impertinentes y secretarias dueñas del poder oculto.
A la luz pública debía salir, desafortunadamente en simultánea con la visita de los reyes españoles y el desarrollo del Congreso de la Lengua Española en Medellín y Cartagena, la muerte por desnutrición de 48 niños en el Chocó. En el mismo contexto fueron desastrosas e inapropiadas las infundamentadas declaraciones del cuerdo canciller colombiano sobre el presidente Hugo Chávez y su relación con las FARC, ese si fue un desacierto que mucho daño le hace a la maltrecha imagen de este país; ese, entre otros es un muy buen ejemplo de “mal ejemplo” e indiscreción. De ahí a seguir tapando el sol con un dedo las situaciones de miseria y abandono que se registran en ese y todos los departamentos de este país, hay bastante trecho y ningún punto de comparación. Este tipo de negligencias y omisiones gubernamentales y estatales se tienen que denunciar cuando sea, donde sea, como sea.
No hay visita de reyes ibéricos, ni de multimillonarios informáticos, ni reinado de belleza, ni consejo comunal, nada, no hay ningún elemento que justifique la falta de denuncia de la realidad vergonzosa que nos toca, el hambre que miles de colombianos aguantan todos los días y desde hace tantísimo tiempo. Que se enteren en Nepal, en la conchinchina, en el palacio de los españoles reyes, que se den cuenta los catedráticos de la lengua española y hasta Gabo, el “quijote americano”, ese mismo que ni una libra de panela le ha dejado a su pueblo natal Aracataca.
De pronto a ellos, a los ilustres académicos, a los archimillonarios, a los respetados monarcas, se les ocurra alguna forma de contribuir con esta nefasta realidad, ya que nuestros ejemplares mandatarios andan tan ocupados con el protocolo. Mientras esta realidad nos sonroja, al excelentísimo anfitrión Álvaro Uribe, se le podrá iluminar su "cerebrito" con nuevas ideas que le permitan seguir “africanizando” esta Colombia, que cada vez tiene menos que envidiarle a Sierra Leona o Somalia.